¡Mamá, hoy toca inglés!

¿Cuáles son los ingredientes de una clase de inglés o más bien, de un espacio donde los niños puedan disfrutar de su estancia con nosotros y, ¡aprender inglés! Los niños tienen que sentirse tranquilos y estar a la expectativa de saber qué actividades van a hacer hoy dentro del aula y fuera en el patio.

Si queremos que un niño responda positivamente, tenemos que ofrecerle una actividad o una propuesta que le atraiga, que él vea que puede hacerla con éxito o una actividad en la que ¡no pueda resistir la tentación de participar! Pueden ser imágenes atractivas, una actividad didáctica o un juego en el que tengan que utilizar o comprender el inglés para poder participar. Incluso, cuando toca copiar de la pizarra, la letra que usamos debe ser fácil de entender e ir acompañada de algún dibujo, ¡siempre que sea posible!

Una clase de inglés debe fluir entre actividad y actividad, ser instructiva y estirar a los niños un poquito más de lo que ellos harían normalmente. Aunque las actividades sean muy variadas, es importante también que haya una rutina en la dinámica de clase. Los niños deben estar familiarizados con los diferentes tipos de ejercicios, las expectativas del profesor e incluso, la hora que les toca salir al patio. Y, para eso, ¡todos llevan un reloj interno!

Una clase bien orquestada tiene una introducción que marca la temática del día, una parte más intensa de trabajo lleno de actividades didácticas y un cierre paulatino que asegura la máxima participación, pero con actividades más relajadas. Pedirles una contraseña antes de salir del aula invita a los niños a encontrar una palabra o frase que les ha llamado la atención en clase y repetirla ¡para ganar su pase de salida! Así, los niños salen satisfechos de su clase de inglés y ¡con ganas de volver la semana que viene!