Cuando preparamos una clase de inglés, tenemos en mente a cada uno de nuestros alumnos, a los muy animados, a los que se distraen un poquito, a los que lo pillan todo rápido o a los que necesitan un ritmo un poco más pausado, a los curiosos y a los inquietos. Tenemos en mente a los diferentes estilos de aprendizaje de cada uno de nuestros alumnos, y a los que les encanta dibujar, moverse, ver las cosas escritas en la pizarra o a los que necesitan plasmarlo todo en la libreta para interiorizar lo nuevo.
Con esta imagen, confeccionamos cómo será la primera actividad de bienvenida, qué herramientas didácticas utilizaremos durante el transcurso de la clase y cómo concluiremos la clase para que todos nos marchemos, satisfechos de haber aprendido algo nuevo y con la ilusión de volver a conectar con el inglés la próxima semana.
A veces, una lección en el libro de texto puede parecer aburrida, hasta que le das la vuelta. Añades una pizca de creatividad, lo enfocas desde un ángulo inesperado e involucras a los alumnos en actividades y tareas que entretengan por su variedad y diviertan por el elemento de juego. La motivación de los alumnos a seguir aprendiendo también reside en nuestra habilidad para adaptar nuestro estilo de enseñanza a cada perfil de alumno y en ¡ser expertos en la gestión de aula!
Los profesores formamos las mentes de nuestros alumnos y es nuestra pasión por la enseñanza, el deseo de compartir nuestro conocimiento con ellos y el hacer que se sientan valorados, lo que inspira a nuestros alumnos a aprender y a crecer como los futuros profesionales que son o serán. Vivimos juntos con nuestros alumnos la experiencia de adquirir un idioma extranjero y ¡disfrutar de ello toda la vida!
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